Casi sin buscarlo (ni merecerlo) San Lorenzo abrió la jornada de la fecha 9 en el Pedro Bidegain con una sonrisa. En el compromiso frente a Unión de Santa Fe, Adam Bareiro abrió el marcador cuando el cronómetro de Nicolás Lamolina alcanzaba la media hora del primer tiempo y el Tatengue formaba acciones que le representaban un continuo peligro a Sebastián Torrico.
Por el nueve y el arquero, el conjunto liderado por Ruben Darío Insua lograba ponerse en ventaja en una muestra más que confirma la hipótesis que asegura que en el fútbol no existe la justicia. Tanto Mauro Luna Diale como Mariano Peralta Bauer tuvieron sus posibilidades para acceder a la red del Ciclón, pero el experimentado golero con pasado en Argentinos y Godoy Cruz, entre otros equipos, evitó el grito visitante.
El único aspecto positivo para el elenco del Gallego (además del resultado) era que lograba calmar la ansiedad de un público que volvió a reprochar el flojo presente de la institución a sus dirigentes. Y también forjó los cimientos de un mediocampo más combativo, encargado de enfriar los ánimos de un adversario que no podía aceptar la adversidad.
Como si algo le faltara al espectáculo, en un contragolpe perfecto el Cuervo volvió a agolpear. Ezequiel Cerutti voló por el carril derecho, aplicó el freno de mano para sacarse de encima a Lucas Esquivel y descargó para Nahuel Barrios. El Perrito, ni lerdo ni perezoso, resolvió de primera con un remate rasante y selló el 2 a 0 ante la estirada de Santiago Mele. El mejor argumento para explicar el triunfo de San Lorenzo se basaba en la contundencia.
En el complemento, el uruguayo Diego Polenta volvió a poner al conjunto de Gustavo Munúa en partido cuando marcó el descuento. El defensor capitalizó un rebote en el palo y le dio vida a un espectáculo que parecía dormido. El violento remate de Peralta Bauer fue incisivo en la conquista de la visita. Y el destino final se mostraba con un manojo de nervios. En el Bajo Flores se vivieron momentos de tensión.