El gobierno no prevé aumentos en las tarifas de gas y electricidad en los próximos dos meses. «No hay resolución y la temática sigue bajo estudio», dijo la subsecretaria de Planeamiento Energético, Cecilia Garibotti. Fue una manera de confirmar el congelamiento.
Para que el aumento se haga efectivo se requiere la publicación en el Boletín Oficial del nuevo cuadro tarifario firmado por la secretaria de Energía, Flavia Royón.
A partir de ese momento, las empresas arrancan el proceso de adecuación de las facturas. La demora en publicar ese cuadro, a ya casi una semana de empezado el mes de septiembre, obligaría a postergar el aumento. «Es por eso que de haber un aumento tarifario, recién podría aplicarse en noviembre», explicaron desde una de las empresas.
Garibotti remarcó que de todas forman se avanza por la senda de la reducción de subsidios. «Nosotros estamos focalizados en reducir el déficit energético considerando la necesidad de la población», dijo.
En ese sentido celebró el cumplimiento de la meta de recorte exigida por el Fondo Monetario Internacional (FMI): «Venimos cumpliendo muy bien con lo pautado», dijo.
El rol del FMI es clave en todo esto. Quizá explique por qué el congelamiento tarifario de hecho no fue anunciado oficialmente por el ministro de Economía, Sergio Massa. «Es para que no se enoje el venezolano», interpretó un funcionario del gobierno en relación a Luis Cubbedu, el encargado que pone el organismo para supervisar los movimientos diarios de la economía argentina.
No obstante, al aumento -proyectado como consecuencia de un mayor recorte de subsidios estimado del 15% en la factura acordado con el Fondo- se suma ahora la actualización tarifaria tras la devaluación del 22%. El argumento de las empresas es que, tras la devaluación, las tarifas quedaron aún más atrasadas respecto al dólar. Si se concreta ese ajuste sería echar más nafta a un contexto inflacionario que empieza a bordear escenarios de descontrol.
En el último año, el gobierno ya aplicó un aumento promedio de 473% a los usuario que dejaron de percibir subsidios por parte del Estado Nacional, mientras que el incremento para los hogares de ingresos medios el aumento fue de 189% y para los de ingresos bajos el ajuste llegó a 102%, según cifras de la consultora Economía & Energía.
Pero además del impacto sobre el bolsillo de los asalariados, un tarifazo energético de más de dos dígitos, produce un efecto domino sobre el resto de los precios de la economía. «Los aumentos presionan sobre la estructura de costos de la industria, que lo traslada en precios al resto de la cadena de valor; el eslabón del transporte y distribución reproduce ese comportamiento y así sucesivamente hasta que llega la góndola con precios exponencialmente más altos», explicó un economista del oficialismo.